Las secuelas del paso de la DANA afectan gravemente a Valencia y sus localidades más cercanas. Calles llenas de barro, viviendas derruidas, coches aplastados… son algunas de las consecuencias más inmediatas que ha traído esta catástrofe natural y que, de momento, hacen imposible la vuelta a la normalidad de los vecinos.
Desde el martes 29 de octubre, España entera se ha volcado con la zona afectada a través de donaciones de comida, ropa, medicamentos o juguetes, aunque una de las mayores obras de solidaridad está siendo el voluntariado. Miles y miles de personas provenientes de muchos puntos de España, incluso del mundo, se han desplazado hasta la Comunidad Valencia para ayudar y colaborar en las labores de limpieza, reparto de material y de víveres, reconstrucción…
Mirada 21 en la zona cero
Un equipo de Mirada 21 se ha desplazado hasta la zona cero y ha comprobado la situación en la que se encuentran los vecinos de Benetússer, Alfafar, Massanassa y Catarroja. El sobrecogimiento al ver todo el caos allí ocasionado es inmediato, impacta parar un segundo, observar alrededor y pensar en cómo aquellas personas han perdido todo en apenas unas horas. Años de trabajo, esfuerzo y sacrificio inundados, como los ojos llenos de lágrimas de los vecinos que se paran a contar su historia y agradecen a todas aquellas personas procedentes de no se sabe dónde su esfuerzo por recuperar aquellos sueños perdidos en el barro.
Nada más entrar en la zona cero, ya se palpaban las ganas de damnificados y voluntarios por sacar adelante la reconstrucción de lo que algún día habían sido sus casas y negocios. En un lugar donde reinan el barro, el caos y la destrucción, y en una situación difícil de superar, ahí estaban valencianos y desplazados, con una sonrisa de oreja a oreja, arrimando el hombro conjuntamente.
Tras una agotadora jornada llena de ayuda, la sensación continuaba siendo la misma: haber hecho mucho sin haber hecho nada. Sigue siendo muy perceptible la necesidad de organización y de una cabeza que coordine a todas las personas que han acudido a la llamada de auxilio de los valencianos. Aunque haya una gran cantidad de gente ayudando en la zona, si nadie se organiza y cada uno realiza labores sin tener en cuenta al resto, el resultado sigue siendo el mismo: ninguno. En esta necesidad de coordinación, se requieren urgentemente más expertos y cuerpos de seguridad en la zona afectada e inundada por el barro.
La historia de José Luis, un vecino afectado
Durante la realización de las labores necesarias, el equipo de Mirada 21 conoció a José Luis, un vecino de Massanassa, quien abrió las puertas de su casa, al igual que las de su corazón, desde donde contó su historia con una mirada llena de emoción y de esperanza.
José Luis fue uno de los desaparecidos tras la DANA. Él mismo, totalmente incomunicado y sin poder salir de su casa, no fue consciente de su situación hasta que una noche la Policía irrumpió en su vivienda temiendo lo peor. Al salir al mundo exterior y descubrir la magnitud de la catástrofe, este vecino de Massanasa no lo dudó y se puso manos a la obra: «Mi casa era muy bonita, pero volveré a hacerla todavía más preciosa», aseguró a Mirada 21, con una sonrisa.
«Mi casa era bonita, pero volveré a hacerla todavía más preciosa», aseguró José Luis a Mirada 21.
Las pérdidas han sido incalculables, pero más incalculables son las ganas de estas personas de demostrar que, con sudor y esfuerzo, la normalidad volverá a reinar en sus calles. Una normalidad que, un día, nadie se imaginaba perder, y que, tras el paso de la DANA, se había esfumado rápidamente.
La experiencia del voluntariado
Además de millones de euros donados, miles de toneladas de ropa procedentes de todos los rincones, de numerosos juguetes para paliar la dura realidad en los niños, y de la reciente iniciativa de donar vehículos de transporte, una de las mayores obras de solidaridad está siendo el voluntariado. De forma totalmente desinteresada, y realizando unos esfuerzos sobrehumanos, miles y miles de voluntarios continúan acudiendo a la llamada de socorro de una zona inundada de barro y desgracia. Una labor que los vecinos agradecen enormemente con mensajes de ánimo y esperanza y mediante preciosos gestos de acogimiento.
Ante la necesidad de medios y organización, y los numerosos mensajes contradictorios sobre su necesidad o entorpecimiento en las labores, los voluntarios no se rinden y continúan trabajando y colaborando con los expertos y cuerpos de seguridad desplegados en la zona.
Otros voluntarios desplazados
Mirada 21 ha conocido la historia de otros voluntarios desplazados hasta Valencia con el objetivo de echar una mano en todo lo que puedan. Este es el caso de Ada Gonzalo, una joven que, desde el primer momento, ya era consciente de la situación a la que se enfrentaba: «Yo ya estaba mentalizada de que iba a ser una situación fuerte y de la que había que estar preparado psicológicamente».
«Ha sido muy impactante. Es como si hubiera cambiado de país. Todo estaba derruido, lleno de barro y de basura, coches reventados… Ahí ya me he dado cuenta de que era un asunto serio», aseguraba Gonzalo cuando describía cómo se encuentran los damnificados. Es una situación desoladora que, a día de hoy, todavía siguen sufriendo los vecinos de la zona: «Hemos subido a casa de una señora mayor, que hasta le daba miedo que entrase gente, y nos ha pedido comida para su gato como regalo de Papá Noel, y es el favor más grande que le podíamos hacer. Ha sido devastador, nunca he visto algo igual», contaba la voluntaria.
«Ha sido devastador, nunca he visto algo igual», asegura una voluntaria a Mirada 21.
Además, Gonzalo ha resaltado la gran cantidad de tiempo que necesitará Valencia para recuperar la normalidad, algo que podría aumentar todavía más debido a la falta de medios, de ayudas y de organización que existe: «El trabajo que hay ahí no se va a arreglar ni en un día ni en dos semanas, esto va a llevar meses y meses». Sin embargo, la voluntaria asegura que, gracias a esta experiencia, uno aprende a valorar todo lo que tiene: «Sobre todo, aprendes a valorar la suerte que tienes porque hay gente que lo ha perdido absolutamente todo, y no hablo solo de cosas materiales. Nunca sabes lo que te puede pasar».
Así como Ada Gonzalo, Francisco también acudió al rescate de los valencianos. «Destrucción, colaboración y caos», así define el voluntario la situación de la zona afectada. Asimismo, asegura que la experiencia ha cambiado su vida: «Hemos visto de cerca lo que es la destrucción de vidas y recuerdos, y también cómo el ser humano es capaz de todo, tanto de lo malo como de lo bueno. Me llevo la satisfacción de ayudar a alguien sin esperar nada a cambio».
Del mismo modo que personas de todos los rincones de España se desplazan con el propósito de colaborar con los valencianos, también se ayudan entre sí. Los mismos desplazados, junto con los vecinos, se encargan de que a los voluntarios no les falte nunca de nada y del bienestar del resto, algo de lo que Francisco da fe: «Ver a todo el mundo colaborar es conmovedor. Todos se han movilizado a la hora de comer para que no nos faltara bocado». Resulta conmovedor ver cómo tanta gente, sin conocerse absolutamente de nada, arriman juntos el hombro para hacer frente a una catástrofe tan grande como la provocada por la DANA.