Un hombre observa al bebé que tiene en sus brazos con alegría, pero a la vez con la mirada cansada. Al lado, un chico mayor, probablemente su otro hijo, desbordado de emoción y con la intención de jugar con el niño, lo despierta. El bebé comienza a juguetear y a reírse con las boberías que le hacen el hombre y el joven. Es la imagen de una familia normal. Sin embargo, lo que no es tan normal es todo lo que han vivido hasta sentarse en el avión. Esta familia siria deja Grecia para comenzar una vida nueva en España.
En este mismo vuelo, volvieron de Atenas los alumnos de primero y segundo curso de Periodismo de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), quienes visitaron la capital del país para vivir en primera persona y conocer de boca de sus protagonistas la realidad de los refugiados. Estuvieron en el campo de Eleonas, donde viven más de 700 personas en una parcela de terreno llena de casas prefabricadas y con un campo de fútbol a estrenar coronando el centro. Además, justo en la entrada, a las dos de la tarde, había una fila de autobuses aparcados para recoger a los niños que quisieran ir al colegio. Esta realidad dista bastante de la que se ve en la televisión. Quizá por esta razón, varios migrantes que venían de otros campos esperaban en la puerta para conseguir entrar en este “campo vip”, como lo llamaron algunos alumnos.
Según dijo el secretario de Comunicación para Migración y Refugiados, George Florentis: “Esta crisis de refugiados es un desafío para Europa. Es el traslado de personas más grande desde la Primera Guerra Mundial”. El político recibió a los alumnos y explicó cómo enfrenta el país la situación, las medidas que han tomado. Ahora mismo, hay 62.326 refugiados e inmigrantes en Grecia, un 46% procedentes de Siria, el resto de Afganistán, Pakistán, Irak, Irán… y están repartidos en 50 campos a la espera de conseguir los papeles y poder llegar al centro del continente. Sin embargo, el tiempo pasa y el reasentamiento se hace de rogar. Únicamente han sido reubicados 8.766, la burocracia griega es lenta y la incapacidad de la UE a la hora de afrontar el problema ralentiza aún más el proceso. “Las declaraciones de los líderes son muy bonitas, pero a la hora de la verdad hay muchas carencias. La UE no ha hecho nada para poder dar una respuesta eficaz”, sentenció el secretario.
George Florentis repitió varias veces que el problema no es solo de Grecia, es de toda la UE. Sin embargo, resulta irónico que la cuna de la civilización occidental, el origen de lo que es hoy Europa, sea en cierto modo el “elegido” para enfrentar en primera línea de combate, y casi solo ante la adversidad, esta migración de personas en busca de un hogar y una vida que la guerra les ha robado. Algunos, como los sirios, tienen “suerte” porque sí se les considera refugiados y, por lo tanto, pueden ser asilados y reasentados en cualquier país de la UE. Y, además, pueden ser seleccionados por los socios europeos, siempre y cuando tengan algún oficio que beneficie a los intereses del país. Otros, como los afganos, son simplemente inmigrantes y no tienen derecho a pedir asilo, por lo tanto, entran en el proceso que la UE denomina “Programa de retorno voluntario a su país”.
En la primera fila de la trinchera también se encuentran los voluntarios, muchos de ellos, españoles, que decidieron viajar a Grecia para ayudar en los campos y en la frontera. Los alumnos de la UFV hablaron con colaboradores de Cruz Roja: matronas, traductores, sociólogas… Expertos que intentan cubrir cualquier necesidad sanitaria que puedan tener inmigrantes y refugiados que llegaron por tierra y por mar.
“Los griegos se han alimentado con las historias y mentiras europeas, los griegos no son racistas”, afirmó un reportero freelance de AMNA, la agencia de noticias griega, que cubre las llegadas de refugiados a la isla de Lesbos. Los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental a la hora de cubrir estas situaciones porque, como destacó María Antonia Sánchez Vallejo, enviada especial de El País en Atenas: “En estas situaciones se maneja la verdadera objetividad, no se puede caer en el activismo”. Es decir, es necesario cuidar el vocabulario y las expresiones para no distorsionar el mensaje ni fomentar la xenofobia. “Hay que mantener una distancia para dar la noticia”, comentó Ingrid Haak, corresponsal de EFE, que junto con María Antonia y tres periodistas más, formó parte de una mesa redonda en la que conversaron y respondieron preguntas de los alumnos de la UFV.
Igual de importante que el papel de los medios es el de las personas. La sociedad griega responde con generosidad y altruismo a pesar de que la situación del país no era ni es desahogada. La construcción de edificios parada, las casas descuidadas, la pintura desgastada, las luces de navidad colgadas y, lo peor de todo, muchas personas durmiendo en la calle. Sin embargo, los alumnos respiraron un ambiente acogedor que dista de la imagen que muestran las principales potencias de la UE.
A pesar del desencanto europeo, esta familia refugiada se embarca una nueva aventura, que se intuye esperanzadora, pero a la vez complicada. Se tendrán que adaptar al idioma, a las costumbres, a la vida en general. Se bajan del avión sin conocer su destino final. En el aeropuerto les recibe la Policía Nacional. No saben adónde les llevarán, tendrán que comenzar de cero en un lugar nuevo y extraño y, probablemente, a cada una de estas personas el recuerdo de un hogar destruido les acompañará para siempre.