“Yes, we can” («Sí, podemos»). Con estas palabras, un afroamericano llegó a la Casa Blanca. Fue en 2008, el país venía de un mandato republicano y los demócratas habían puesto sus esperanzas en el senador de Illinois, de 47 años, Barack Obama. Se convirtió en su eslogan de campaña y, con el tiempo, en su sello personal de Gobierno. En 2012, renovó en la Presidencia. Bajo su mando, la economía de Estados Unidos no paraba de crecer, pero sus grandes promesas electorales, sin embargo, no se vieron cumplidas. “Yes, we did” («Sí, lo hicimos»), dijo este martes en su discurso de despedida. No obstante, aún quedan cuestiones por resolver.
Obama: “Si hay una sola vida que podamos salvar, tenemos la obligación de intentarlo».
Uno de los encantos internacionales de Obama ha sido su lucha contra las armas en civiles. “Si hay una sola vida que podamos salvar, tenemos la obligación de intentarlo, tenemos la obligación de actuar ahora”, ha llegado a expresar el hasta ahora presidente en diversas ocasiones. Sin embargo, sus deseos nunca llegaron a aplicarse, puesto que, para estas cuestiones, no consiguió el apoyo del Congreso. La preocupación del afroamericano no era nueva, venía desde su juventud. Hijo de madre blanca y padre negro, Obama no entendió los prejuicios de la sociedad hacia otras razas. Y, como político, la no extinción de estos ha sido uno de sus fracasos.
Es un hecho objetivo que la economía estadounidense ha mejorado desde la llegada de Obama a la Casa Blanca. El país norteamericano acabó el año 2016 con un producto interior bruto (PIB) de 16.770 millones de dólares, un 12% más alto que el que dejó George W. Bush al abandonar la Presidencia en 2008. Además, aunque ha hecho falta esperar hasta 2014 para ver un verdadero progreso, el empleo ha crecido en 12 millones en los últimos ocho años. Su política monetaria se basó en los estímulos, que se llevaban a cabo a través de la Reserva Federal. Con estos datos, la institución económica se está permitiendo abandonar esos incentivos.
«Abrir un nuevo capítulo con el pueblo cubano” es uno de los logros que Obama se ha adjudicado.
Uno de los mayores logros militares de EE.UU. fue el asesinato del fundador del grupo yihadista Al Qaeda, Osama Bin Laden, en 2011. Esto supuso una victoria para los norteamericanos y una venganza por los ataques terroristas del 11S, en los que murieron 3.000 personas. Sin embargo, salvo esta excepción y el caso de Libia, la política de Obama respecto a la Primavera Árabe ha sido de no intervencionismo. Si bien es cierto que el presidente estadounidense estuvo a punto de saltarse este régimen de no intromisión en la guerra siria al tener intención de cañonear con armas químicas, el mandatario supo dar marcha atrás y paralizó esos planes. Por ello, sus acciones militares en este país se resumen a ayudar a las tropas rebeldes y a bombardear puntos estratégicos del autodenominado Estado Islámico.
“Abrir un nuevo capítulo con el pueblo cubano” es uno de los logros que Obama se ha adjudicado en su discurso de despedida. Tras negociaciones secretas en la Ciudad del Vaticano, Obama y el presidente de Cuba, Raúl Castro, consiguieron acercar sus posturas y descongelar ligeramente la relación de sus países. Se abrieron embajadas en las dos naciones, comenzaron a llegar los primeros vuelos y cruceros desde EE.UU. hacia Cuba e incluso The Rolling Stones dieron su primer concierto en la isla caribeña. Sin embargo, aún queda mucho por hacer: eliminar las restricciones comerciales de Estados Unidos a Cuba, conceder las restituciones monetarias que a los empresarios estadounidenses cuyos negocios expropió el Gobierno, establecer una democracia…