Sarah Almagro, de 24 años, es una joven malagueña que desde pequeña mostró una afinidad especial con el mar. En las costas andaluzas se enamoró del deporte, y, especialmente, del surf, pasión que mantiene a día de hoy. Sin embargo, su trayectoria esconde una historia que es digna de ser contada. En julio de 2018, abordó la ola más complicada de toda su carrera: luchar por su propia vida. En la actualidad, después de lidiar durante mucho tiempo con aquel episodio, ha logrado ser campeona mundial de surf adaptado.
Recién terminado segundo de Bachillerato, Almagro disfrutaba del verano con completa normalidad. Por las mañanas, acudía a trabajar, y en su tiempo de ocio aprovechaba para ver a sus amigos, salir de fiesta o realizar ejercicio.
Un día, se levantó con dolor de cabeza, fiebre y vómitos, por lo que acudió al centro de salud. Allí, le diagnosticaron una gastroenteritis. Como no mejoraba, su madre la llevó al hospital y, de pronto, su cuerpo colapsó. Se le detectó meningitis meningocócica, una bacteria que le ocasionó un fallo multiorgánico y por la que tuvo que ser ingresada de urgencia en la Unidad de Cuidados Intensivos. Permaneció 10 días en coma. “Las primeras 24 horas, yo estaba más muerta que viva, tuve entre seis y ocho paradas cardiacas. Gracias a que en la última consiguieron reanimarme, hoy estoy aquí”, relata Almagro.
«Las primeras 24 horas yo estaba más muerta que viva, tuve entre seis y ocho paradas cardiacas», recuerda Almagro.
Cuando volvió a estar consciente, a pesar de que sus extremidades tenían una costra negra, pensó en retomar su cotidianidad y empezar la universidad. No obstante, en septiembre, le comunicaron que debían amputarle las manos y los pies, lo que supuso un golpe muy duro para ella. “Soy una persona buena, me gusta ayudar a los demás, sentía que no merecía pasar por esto. Nadie está preparado para desprenderse de una parte de su cuerpo”, explica Sarah Almagro.
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Al principio le costó interiorizar todo lo que había sucedido, jamás se imaginó enfrentarse a algo así. “Siempre tendemos a pensar que las enfermedades solo las pasan quienes no están sanos, y fíjate lo que me pasó a mí”, asiente Almagro. Gracias a su capacidad física tan desarrollada, cuando su estado era crítico, pudieron aplicarle una maniobra bastante arriesgada con la que lograron salvarla.
«Siempre tendemos a pensar que las enfermedades solo las pasan quienes no están sanos, y fíjate lo que me pasó a mí», subraya Almagro.
Atemorizada y con incertidumbre, el paso de las jornadas le sirvió para asimilar que “ya no era posible dar marcha atrás”. Una conversación con su madre fue clave para cambiar de mentalidad y afrontar el problema con positividad. “Una vez, llorando, le dije que iba a ser inútil para siempre, nadie me iba a aceptar, y ella me respondió: ‘¿era Stephen Hawking un inútil?’ ”, confiesa Almagro. Aquellas palabras fueron un punto de inflexión para la joven y, a partir de entonces, su postura ante la adversidad cambió radicalmente. Esto también hizo que para la gente de su entorno fuese más sencillo acompañarla en el camino.
Recuperarse para alcanzar la cima
El proceso de recuperación fue complejo y repleto de dudas: “No sabes si vas a poder contarlo o no”. Acostumbrada a valerse por sí misma, de la noche a la mañana necesitaba compañía para realizar cualquier mínima acción. Aunque para ella esto era difícil de entender, a raíz de su empeño y madurez consiguió superarse cada día más. “Ahora yo sola puedo subirme del suelo a la silla de ruedas, eso es un esfuerzo increíble. Hay gente que no lo entiende porque nunca lo ha vivido, para mí es todo un logro”, manifiesta Almagro.
De manera progresiva, empezó a estabilizarse y se adaptó a su nueva forma de vida. Sus padres insistieron en que debía practicar algún deporte para mejorar su nivel físico y mental. Tras descartar el fútbol y el triatlón, un amigo se puso en contacto con ella para que retomara el surf. Al inicio iba a ser un hobby, pero poco tiempo después comenzó a competir.
Sin embargo, tras sus amputaciones, tuvo que esperar dos años para poder sumergirse de nuevo en el agua. Sus riñones seguían sin funcionar, y su padre se prestó a donarle este órgano. Una vez trasplantada, acudió primero a la piscina para volver a entrenar. “Fue bastante complicado porque no tenía los pies para subirme a la tabla y tampoco las manos para ayudarme, pero al final lo conseguí. Fue una pasada”, señala Almagro.
«Fue bastante complicado porque no tenía los pies para subirme a la tabla y tampoco las manos para ayudarme, pero al final lo conseguí. Fue una pasada», sostiene la surfista.
Cuando ella invierte tiempo en el surf, disfruta cada instante y experimenta una gran “libertad”. Además, lo considera como algo especial: “A diferencia de otras actividades, la ola, independientemente de tu condición, trata a todos por igual”.
La insistencia con la que ha perseguido sus sueños y el afán por salir adelante han llevado a Sarah Almagro a lo más alto. Se ha proclamado campeona de España en tres ocasiones, y una vez, campeona de Europa. Ha participado en varios mundiales, y en todos ha dejado su sello. En el último, el más memorable para ella, se hizo con la medalla de oro. Tenía la certeza de que iba a ganar, y la gente de su alrededor también confiaba en ella. “Interiormente, sabía que iba a ser mi año, mis cercanos me lo decían, había currado mucho”, sostiene Almagro.
El campeonato se celebró, del 5 al 11 de noviembre de 2023, en California (Estados Unidos). Mientras Almagro presenciaba el turno del resto de adversarios, estaba nerviosa de que una buena ola mejorase el marcaje de su principal contrincante. Esto no sucedió y obtuvo la victoria, lo que despertó en ella gran emoción y euforia. “Cuando yo salgo a hombros de mi hermano y veo a los distintos equipos de todo el mundo aplaudir y ovacionarme, escuchar tu himno… fue una auténtica maravilla”, recalca la campeona del mundo.
«Cuando yo salgo a hombros de mi hermano y veo a los distintos equipos de todo el mundo aplaudir y ovacionarme, escuchar tu himno… fue una auténtica maravilla», comenta Almagro.
Aspira a nuevos retos
Ahora, se le han reconocido sus éxitos y se le ha condecorado con la Medalla de Andalucía del Deporte. “Es un galardón espectacular con el que me gustaría dar visibilidad a todos quienes sufren alguna discapacidad”, añade la malagueña. Ante el futuro, su próxima meta es competir en los Juegos Paralímpicos de 2028. Asimismo, a nivel personal, le gustaría formar una familia y, desde luego, terminar la carrera de Derecho que estudia desde hace años.
Cuando las aguas en las que se ejercita no están lo suficientemente bravas, recurre al gimnasio. De este modo, adquiere una resistencia mayor y fortalece la zona abdominal y lumbar, imprescindibles para mantenerse encima de la tabla. El vínculo que ha desarrollado con el ejercicio físico le ha impulsado a estabilizar su vida de nuevo. “El deporte debe formar parte de nosotros, a mí me ha devuelto el sentir que sigo siendo la misma persona que antes”, afirma Almagro.
«El deporte debe formar parte de nosotros, a mí me ha devuelto el sentir que sigo siendo la misma persona que antes», expresa la joven.
Asimismo, Sarah Almagro admite que algunos términos como “disminuido” o “inválido” deberían no emplearse en este tipo de casos. “¿Menos válido que quién?, ¿por no tener manos y pies, pero ser campeona del mundo?”, se pregunta.
Por su experiencia, aconseja que quienes lo estén pasando mal se arropen con sus allegados. En su caso, esto le proporcionó el ánimo necesario para luchar y salir del hospital. Además, indica que nunca hay que dejarse victimizar y, por supuesto: “Que nadie ni nada te limite, el único límite es el que tú te pongas”, subraya Sarah Almagro.