Llega otro Día Mundial de la Radio, que se celebra el 13 de febrero desde hace cinco años. La fecha recuerda que tal día como hoy de 1946 se creó la radio de las Naciones Unidas. Así que, mejor día no lo hay, vamos a echar un vistazo a la situación actual de la radio en España. Si les parece, desde la natural subjetividad de quien escoge el ángulo, la luz y aprieta el botón, les hago la foto del estado de la radio en nuestro país.
Es necesario modernizar el sistema de medición de audiencias
Según el último Estudio General de Medios (EGM), el 60% de los españoles escucha la radio todos los días. Además, del total de oyentes de radio (unos 27 millones de personas de lunes a domingo), cerca de 12 millones escuchan alguna cadena de radio generalista. AIMC, la asociación que realiza el EGM, asegura que, en sus estimaciones, tienen en cuenta el oyente de radio a la carta. Sin embargo, el modo en que se realiza el estudio (unas 30.000 encuestas repartidas en tres oleadas) no permite dar demasiada credibilidad a las cifras que aportan.
Más de 380.000 oyentes utilizan el podcast para acceder a los contenidos radiofónicos, según AIMC. Y aseguran que «los oyentes que escuchan la radio a través de Internet en un día promedio (L-V) son 1.775.000, de los cuales 1.440.000 lo hace en directo/streaming y 384.000 en diferido/podcast«. Pero, ¿cómo puede ser creíble que un entrevistado diga que el día anterior escuchó en una franja horaria un programa que se emitió en directo a otra hora? ¿Alguien puede creerse que Internet represente solo un 7,5% de los oyentes de radio, como afirma el EGM?
Desde luego, la radio debe revisar el modo en que mide su audiencia. Es una constante la crítica al EGM. Hubo quien, como José Antonio Abellán, bordeó la ley para denunciar sus irregularidades. Sin embargo, al final son las propias emisoras las que financian AIMC y ninguna de ellas quiere ser la primera en sacar la pata del tiesto. El siglo nos trae diariamente nuevos avances tecnológicos. Los oyentes escuchan cada vez con más frecuencia contenidos radiofónicos al margen de las grandes cadenas, a través de plataformas como Ivoox, SoundCloud, Itunes o Podium Podcast. Incluso, empresas paralelas al mundo de la radio adecúan sus formatos para ofrecer servicios de podcast (muy meritorios los intentos de SpainMedia y de publicaciones como 5W); así las cosas, las cadenas tradicionales deben ser las que se atrevan a salir del círculo cerrado del EGM y abrir puertas y ventanas a este tiempo nuevo. Sobre todo porque es un viaje sin retorno.
La radio tradicional sigue siendo creíble
Dicho lo cual, ¿cuál es el estado actual de la radio convencional, la de toda la vida? Sería difícil hacer una valoración en conjunto de cada una de las cuatro grandes cadenas. Aun así, admitiendo lo complicado del reto, sí podríamos empezar diciendo que la radio española sigue siendo un medio creíble para el conjunto de la sociedad. Es decir, que pese a los avances tecnológicos y la aparición de programas televisivos de información política que amenazaban con destronar a la radio, esta ha sido capaz de sobrevivir. Es cierto que laSexta ha llevado la política a muchos oídos jóvenes, pero, sin embargo, la televisión aún no ha conseguido equilibrar el engranaje espectáculo-credibilidad. La radio, en eso, lleva muchos años de ventaja. Eso sí, el medio debe seguir apostando, en mi opinión, por ser más estricto en el tratamiento de la información.
«La radio sobrevivirá a los tiempos de la posverdad si es capaz de aportar voces especializadas y adaptar los elementos del lenguaje radiofónico».
La radio espectáculo no funciona en España, es algo que forma parte de la tradición anglosajona y creo que tratar de adaptar ese paradigma a la radio española, como está intentando hacer la Cadena COPE esta temporada con su informativo de mediodía, es un error importante. Además, la radio sobrevivirá a los tiempos de la posverdad si es capaz de aportar voces especializadas y adaptar los elementos del lenguaje radiofónico. Esto último está siendo clave, por ejemplo, para entender el lento pero evidente éxito del programa de Alsina. Sus oyentes son mucho más jóvenes que los de otras emisoras y esto, aunque en el corto plazo del EGM de turno no acabe de dar sus frutos, es una apuesta segura.
¿Qué pasa con las estrellas?
Pues que no volverán. Antonio Herrero, Luis del Olmo, Iñaki Gabilondo… hay quien se pregunta por qué no surgen nuevas estrellas. No pueden surgir porque la sociedad no demanda ese tipo de radio personal, anárquica, ideologizada. Nos queda Carlos Herrera y pare usted de contar. Al otro lado de su inminente jubilación hay otro tipo de oyentes y a ellos habrá que hacer la nueva radio.
La radio de hoy, así las cosas, goza de buena salud. Pero está en un proceso de cambio que se inició el 2 de mayo de 1998. Ese día falleció Antonio Herrero en un accidente mientras practicaba submarinismo. Él fue El primero de la mañana. Su triste y repentino fallecimiento supuso el principio del fin de la radio de las estrellas, cuyas últimas luces se apagan en nuestros días. Ahora bien, fue la aparición de Internet, es decir, su consolidación como medio democrático de acceso a la información lo que aceleró ese proceso. De una radio de las estrellas a una radio estratégica. La muerte de Antonio Herrero, la salida de COPE a Onda Cero de José María García y su frustrado intento de consolidar una plataforma periodística que compitiera con Prisa, la nueva batalla mediática entre COPE y SER tras el 11M, la incapacidad de la radio de entender el 15M, la salida de Jiménez Losantos de COPE, la retirada de Luis del Olmo, el despido de Iñaki Gabilondo de la SER: la radio se dirige a un modelo en el que los profesionales tienen menos peso que la marca de la emisora y en el que se cuidan mucho más los elementos del lenguaje radiofónico. La radio de hoy debe servir, como siempre ha sido, a la sociedad de hoy. No hay campo para los nostálgicos. El futuro de la radio solo puede estar en la capacidad de adaptar su inmediatez a una sociedad que también es inmediata.