Centenario de la muerte de Klimt, el pintor que adoraba a las mujeres

- Ocio-cultura - 23 de febrero de 2018
Retrato de Adele Bloch-Bauer I, 1907

La obra de Klimt, caracterizada por la sexualidad y provocación que había en ella al igual que su delicadeza, refleja la evolución que se produjo a finales del siglo XIX y principios del XX. Así como el arte da un giro, del simbolismo anterior se pasa a lo que más tarde se llamará el Art Nouveau en Europa, la obra de Klimt refleja la caída del imperio astrohúngaro.

Además de ser las obras de Gustav Klimt provocativas, este las dotaba de gran sensibilidad. Muchas de sus pinturas tenían elementos ornamentales y el uso del dorado era muy frecuente en ellas. Fue acusado por utilizar el oro como celebración de los placeres mundanos sin destinarlo a la adoración religiosa. Existía un contraste entre las indefinidas franjas decorativas y la forma realista de las figuras. Le encargaban, por tanto, decorar teatros, incluso el techo del aula magna de la Universidad de Viena. Sin embargo, debido al sensualismo que había en su trabajo, rechazaron el encargo.

El pintor vienés fue precursor de las vanguardias. Por aquel entonces en Viena, Klimt pertenecía al llamado movimiento Sezession en Austria, el Art Nouveau. Este nuevo arte lo inaugura Edvard Munch en la galería La maison de l’Art Nouveau. Utiliza técnicas propias como el cartelismo, la reproducción mecánica. Además, el artista viajaba constantemente para adquirir nuevas técnicas. Lo que se puede constatar en su obra, debido a ciertos toques orientales en ella.

“No existe ningún autorretrato mío. No me interesa mi propia persona como motivo del cuadro, sino más bien otras personas, sobre todo femeninas» 

Los cuadros de Klimt permitían conocerle, sus pinturas eran el reflejo de su persona, ya que le costaba hablar de sí mismo y no se consideraba un ser interesante: “La palabra, sea hablada o escrita, no es mi fuerte, y mucho menos si tengo que hablar sobre mí mismo o sobre mi trabajo. Hasta cuando me veo obligado a escribir una simple carta experimento angustia y sensación de mareo”.

El artista nunca se retrató, prefería dedicar su talento a los demás: “No existe ningún autorretrato mío. No me interesa mi propia persona como motivo del cuadro, sino más bien otras personas, sobre todo femeninas, aunque me interesan más otros fenómenos. Estoy convencido de que como persona no soy especialmente interesante. Nada hay en mí de especial. Soy un pintor que pinta un día sí y otro también, de la mañana a la noche, cuadros figurativos y paisajes, raramente retratos”.

Klimt tras su muerte
Una vez fallecido Klimt, 14 personas anunciaron ser sus hijos. El pintor pese a tener una compañera con la que nunca llego a casarse, Emilie Flöge, tuvo cuantiosas amantes con las que satisfacía su enorme deseo sexual. Muchas de ellas fueron retratadas en dibujos eróticos.