República Checa vive una controversia política después de las elecciones del 8 de octubre, en las que la oposición venció, por menos de un punto de diferencia, al partido en el Gobierno. De esta manera, tal y como afirma el primer ministro en funciones, Andrej Babis, el objetivo será llevar a cabo una transición de Gobierno sin malentendidos ni desavenencias.
Papeles de Pandora
El país se sumerge en una burbuja de aparente caos tras los acontecimientos de las últimas semanas. Babis, quien además de ser el actual primer ministro es el segundo hombre más rico de la nación, vio cómo los Papeles de Pandora supuestamente indicaban que había utilizado empresas fantasma para llevarse más de 22 millones de dólares en 2009. Por esta razón, numerosos partidarios se han convertido en detractores.
El que era considerado como uno de los candidatos más claros para alzarse con la victoria en los comicios ha acabado por perder la popularidad que le hizo ganar en las pasadas elecciones. Babis, a pesar de haber conseguido un escaño más para la Cámara de Diputados checa, ha obtenido menos votos que SPOLU –la alianza del centroderecha–, lo que ha hecho que cristianos y populares den un paso al frente dentro de la coalición.
El país ha sido dividido en 14 distritos electorales para el sufragio. Singularmente, los comicios se han realizado mediante este nuevo sistema después de que varios partidos pequeños alegaran que la estructura estaba desproporcionada y favorecía a las fuerzas mayoritarias.
Problemas de salud
Además, el presidente, Milos Zeman, de 77 años, ha sido trasladado a la UCI por segunda vez este mes, debido a sus ya conocidos problemas de salud. Cuando su situación mejore, Zeman tendrá que presentar ante el Parlamento al candidato que reúna más de los 101 escaños requeridos para gobernar. No obstante, como ya se vio en 2018, cuando el presidente tardó seis meses en proponer a Babis a la cámara, este proceso no tiene unas fechas estipuladas y puede esperar.
Babis, pese a ofrecerse a no obstruir la llegada de un nuevo primer ministro, puede aferrarse a la ultraderecha o a los comunistas si quiere mantenerse en el puesto y, si finalmente lo logra, deberá contar con el respaldo de la mayoría del Parlamento checo.