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«En la UFV no eres un número, eres una persona»

- PERSONA
26 de mayo de 2023

Hay veces que la vida te sorprende con un grupo de periodistas y cámaras esperándote a las puertas de tu instituto. Al menos eso piensa Carlota Monedero, quien describe la situación como “la mayor sorpresa” de su vida. Cuando llegó a su colegio, los mayores medios de comunicación del país le destaparon su nota de Selectividad: 13,9 sobre 14, la más alta de Madrid. Ahora, en la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) como estudiante de Biotecnología y Farmacia, Monedero explica que los medios tergiversaron algunas de sus declaraciones.

¿Ha notado un gran cambio entre el Bachillerato y la universidad?

Sí, he notado cambios en el sentido de que el Bachillerato es mucho más memorístico y menos práctico. Aquí en la universidad te dan el conocimiento, pero tú tienes que entender las cosas, no tanto memorizarlas, para ponerlas en práctica. Eso es algo que me gusta mucho.

«El campus (de la UFV) parece California».

También es que la carga de trabajo en casa es, como digo, no tantas horas de estudio como preocuparse por entender todo y buscarse la vida. Es verdad que en Bachillerato te dan todo muy masticado y te dicen: “tienes que estudiarte esto”. Aquí se trabaja en casa y luego en clase afianzas conocimientos. Es un modelo que me gusta mucho más.

¿Qué le hizo decidirse por esta universidad (UFV)?

Varios factores. Primero, tenían la doble titulación que yo quería: Biotecnología y Farmacia, más centrada en Biotecnología que en Farmacia. Luego, las instalaciones que son brutales. Es increíble. El campus es como estar en California y a cualquiera que se lo digas piensa lo mismo. Y el trato personal que te ofrecen. No eres un número (para la universidad), sino que eres una persona.

¿Siempre tuvo claro que quería estudiar Biotecnología y Farmacia? 

No, la verdad. Desde pequeñita me gustaba el mundo científico. Entonces, es lo típico de “eres listo, te tienes que ir por Medicina”. Y yo me decía: “sí, Medicina te gusta, te gusta muchísimo”. Pero en el trato al paciente no acababa de verme todo el día pasando consulta. Me gustaba mucho la parte que tiene que ver con las células, con la microbiología… y no quería dejarlo de lado.

Cuando descubrí la carrera de Biotecnología, que te abre puertas a todo y es la vanguardia de la investigación científica, me dije: “esto es lo que quiero hacer yo”.

¿Qué es para usted ser inteligente?

Es complicado. Ser inteligente es tener una capacidad, que en parte puede ser por nacimiento, sí; pero es algo que tú trabajas. Una persona inteligente, lo que es, es trabajadora. Si no, una persona puede ser lista, que tenga la capacidad, pero al final no va a llegar a un máximo de resultados. Para mí, tener un don, es tener el don de trabajar.

¿Qué tres obras literarias recomendaría?

Mi novela favorita más actual es El Nombre del Viento, de Patrick Rothfuss, que intento leérmela todos los años y cada vez descubro algo nuevo. Después, de literatura clásica, soy muy muy fan de la hispanoamericana, sobre todo de Gabriel García Márquez. Pero sí que es verdad que 100 años de soledad es dura, aunque yo la recomiendo. La tercera… la verdad es que tendría que pensarlo. Ah, sí, de Vargas Llosa, también hispanoamericano, La fiesta del chivo, sin duda, una obra de arte.

Para Monedero, conocer la nota fue «la sorpresa» de su vida.

¿Dónde se ve dentro de 10 años?

Dentro de 10 años me veo o en investigación biomédica, para el tratamiento del cáncer, o en investigación de microbiología en el campo de modificación genética, yo creo.

¿Cómo fue llegar a su colegio y encontrarse a un grupo de periodistas le esperaban a usted?

Agobiante, sorprendente… no tengo palabras para describirlo. Fue un shock. Fue llegar ahí y que todo el mundo empezara a gritar: “¡Carlota, Carlota!”. Había periodistas y cámaras, y yo no tenía ni idea de lo que estaba pasando. La universidad te envía un mensaje con tu nota, pero yo no quería ni verlo. Todo el mundo me mandaba mensajes de Whatsapps, me llamaban… y yo quería saber qué pasaba porque quería llegar al colegio y ver mi nota. Entonces, algo me olía, pero fue llegar y encontrarme con toda la marabunta y… y me quedé en blanco. Fue la sorpresa de mi vida.

¿Qué le bajó ese medio punto en Biología?

Te juro que no lo sé. Yo lo he comentado con muchísima gente, con conocidos que también tenían trece con mucho, y ellos tenían la misma sensación que yo. Que habían entregado el examen y sabían a ciencia cierta que tenían un diez. Debieron de corregir mirando con lupa, porque no sé qué fallo le sacaron. Yo estaba segura de algunos otros exámenes, pero es que fue salir de Biología y decirle a profesor: “tengo un diez”. Fue el único que yo sabía que tenía perfecto.

Monedero asegura que nunca dijo «bullying» y admite estar molesta con los medios.

¿Considera que el tener capacidades diferentes le ha dificultado su carrera académica?

La discapacidad no me afecta a nivel mental, es solo física. Entonces… ya lo comenté, en el otro colegio (antes de Secundaria) no me trataron muy bien. Por favor, no pongas bullying. Porque es algo que yo nunca dije y que me ha molestado mucho que pongan los medios. El bullying me parece una cosa muy seria, es un acoso contra la persona que a mí nunca me hicieron. A mí simplemente no me trataron bien por ser diferente. Por ser más gordita, por llevar gafas, por tener la mandíbula rara… era un compendio de calamidades.

Pero fue cambiarme de colegio, allá por primero de la ESO, y fue un cambio total. La gente no me miraba mal, ni como si fuera diferente o un bicho raro. Desde el primer momento me hicieron sentir que yo era igual que ellos. Y para mí, eso sí que marcó la diferencia entre lo que era antes y lo que fue después.

¿En esta universidad has vuelto a sentir esa sensación?

No, no, para nada.

En anteriores entrevistas ha afirmado que el deporte es algo fundamental, ¿por qué cree esto?

Para el desarrollo cerebral, de hecho, hay estudios que lo demuestran; la liberación de las hormonas cuando tú haces deporte es muy beneficiosa. Esto no me lo invento, está demostrado, cuando te ponen una exigencia tan grande a nivel intelectual, necesitas compensarlo con algo que te haga desconectar. Lo que no puedes hacer es encerrarte a capón y estar estudiando todo el día, no salir de casa… porque te embotas y es muchísimo peor.

Yo lo descubrí en 2º de Bachillerato. Antes me refugiaba un poco en “ay no, tengo una discapacidad física”, pero llegó un punto en que decidí que esto no me iba a frenar. Te lo digo por experiencia, académicamente mejoras exponencialmente. Me dijeron que no podía correr o deportes de contacto, pero encontré el yoga.