Suecia decidió comenzar un periodo de antidigitalización en las aulas por miedo a que sus alumnos fueran analfabetos funcionales. La medida la tomó después de conocer los resultados del estudio PIRLS 2021, que analiza cada cinco años la comprensión lectora de los estudiantes de nueve años
España se sitúa en el puesto 21⁰ de este estudio, por debajo de Alemania, Eslovenia y Portugal. Aunque esta posición equivalga a un nivel intermedio, algunos centros han decidido seguir los pasos del país nórdico.
Los responsables del máster de Management del IESE, la escuela de negocios de la Universidad de Navarra, tomaron la decisión hace un año de prohibir móviles, ordenadores portátiles y tabletas para evitar la fácil distraccion de los alumnos y aumentar su rendimiento en clase. Un profesor de IESE afirma: «El 99% nos lo ha agradecido. Nos dicen que se concentran y aprenden mejor. Ha cambiado hasta su lenguaje corporal: ya no están reclinados en la silla, sino que se sientan con postura erguida, prestando atención».
A este movimiento se han unido también centros de educación infantil como el colegio Nuestra Señora del Recuerdo de Madrid, pionero en la integración de las nuevas tecnologías. A finales de septiembre, informaron a las familias de su intención de ser «un espacio libre de móviles».
Otras instituciones educativas han optado por reducir la cantidad de asignaturas en las que se usan ordenadores o realizar ajustes en su proyecto digital, retrasando de 5º a 6º de Primaria la utilización de Chromebooks.
Obsesión con las pantallas
Las tecnologías en las aulas están estrechamente relacionadas con la obsesión de numerosos jóvenes y niños con las pantallas. Tras una jornada escolar usando aparatos electrónicos, regresan a casa y continúan usándolos. Por ello, acaban acostumbrándose y no saben vivir sin ellos. A este problema, que no deja de crecer, se le conoce como síndrome del caracol. Recibe este nombre ya que estos niños pequeños se refugian en un caparazón rodeados de sus dispositivos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que los niños menores de dos años no deberían tener contacto con ningún aparato electrónico. Estos realentizan su aprendizaje, deterioran su capacidad de atención y empeoran su expresión corporal. También afectan a la empatía, manejo de la frustración y al control de los impulsos. Si los niños se aíslan, sus capacidades relacionales se ven gravemente afectadas y estas se reducirán al cabo del tiempo.
El Gobierno de España aún no ha tomado ninguna decisión sobre el futuro de las nuevas tecnologías en la educación. Algunas comunidades autónomas como Madrid, Castilla-la Mancha y Galicia han prohibido por ley el uso del móvil en el aula, mientras que otras dejan libertad a los centros. Numerosos especialistas buscan remedios a este problema. Julia Mañero, profesora de Educación Artística en la Universidad de Sevilla y especialista en la postdigitalización, afirma que no se debería realizar una «desescalada» sueca, sino un aula híbrida en la que siga existiendo el libro de texto analógico. Mañero opta por dar uso crítico de las herramientas digitales, y ser conscientes de sus ventajas y sus inconveniente. La virtud está en el equilibrio.