Los efectos de la DANA continúan presentes en la Comunidad Valenciana. La tragedia ha dejado un total de 231 fallecidos, según las cifras oficiales. Casi tres meses después, aún hay desaparecidos, garajes llenos de lodo, montoneras de coches abandonados, comercios cerrados y centenares de personas con movilidad reducida todavía no han podido salir de sus domicilios. Sin embargo, no todo son malas noticias, las labores en esta zona también han avanzado positivamente: las carreteras estatales ya están habilitadas por completo, se ha recuperado el servicio ferroviario entre la zona afectada y la capital, algunos comercios ya han reabierto sus puertas y miles de alumnos han vuelto a las aulas.
Cómo avanza la reconstrucción
La situación que vive la provincia de Valencia ha dejado de sonar con la misma fuerza que al principio en medios y redes sociales, pero miles de profesionales y voluntarios siguen colaborando en las labores de ayuda humanitaria y reconstrucción. Unas labores que, según José Luis, un vecino afectado de Massanassa, los vecinos ansían por completar cuanto antes, pero no sin tener que enfrentarse a dificultades complicadas de resolver: «Ahora todo el mundo quiere reconstruir las casas, pero no todos pueden. Primero, muchos no tienen dinero para poder llevarlo a cabo y, segundo, hay mucha demora».
«La situación es como de una calma tensa, de querer solucionarlo todo y de que todo se está alargando», asegura José Luis mientras cuenta en qué situación se encuentra su pueblo en estos momentos. Este vecino refleja en su voz la angustia y preocupación que viven a día de hoy los valencianos afectados por el futuro incierto al que se enfrentan: «Lo que quiero es tener mi casa cuanto antes. Tengo tres casas por arreglar y alguna está mal parada. Estamos queriendo adelantar todo porque no tenemos la sensación de que nada venga. Es desesperante».
«No tenemos la sensación de que nada venga. Es desesperante», reconoce José Luis.
El destrozo que ha causado la DANA del pasado 29 de octubre en esta zona de Valencia es enorme, y más todavía cuando lo que se ha llevado por delante la riada no son solo coches, sino los propios hogares de las personas. José Luis explica que, en esta zona, la mayoría de las plantas bajas de las casas es donde se encuentra la vivienda principal y donde los habitantes suelen hacer su vida. Unas plantas bajas que, a día de hoy, están destrozadas, por lo que aumenta significativamente el coste de la reparación, ya que no son trasteros o garajes.
La DANA y las personas vulnerables
Algunos de los grupos sociales a los que más ha afectado la DANA son los de los mayores y los de las personas con movilidad reducida. Una de estas afectadas es la madre de José Luis. Tras la catástrofe, no podía salir de su casa por la enorme cantidad de barro acumulado, y sus hijos se veían obligados a subirle la comida y productos de primera necesidad a través de una cuerda. Así estuvo viviendo hasta que varios de los primeros voluntarios que llegaron a Valencia consiguieron rescatarla de su vivienda, y pudo regresar con José Luis y su hermana. Cuenta que fue una traumática experiencia que le ha marcado de por vida.
«Mi madre está con la psiquiatra», afirma José Luis tras ser preguntado por el estado de su progenitora: «No lo está llevando bien, pero no solo ella, sino muchísima gente. El otro día me llamó un íntimo amigo para contarme que su padre le había dicho que no podía más, y que ya lo había hecho todo en la vida». Son unas personas mayores que, tal y como reconoce José Luis, han visto cómo una tromba de agua se ha llevado por delante su pueblo de la noche a la mañana: «Les ha pasado una ola muy grande por encima y les ha quitado sentido a sus vidas. Se han quedado sin toda una vida de trabajo y esfuerzo».
«Les ha pasado una ola muy grande por encima y les ha quitado sentido a sus vidas», afirma José Luis.
Las ayudas para los afectados
En las últimas semanas, tanto el Gobierno central como el autonómico valenciano han anunciado la llegada de ayudas económicas para los afectados por la DANA. Sin embargo, estas no han carecido de tensión y polémica. Casi tres meses después de la tragedia, varias de estas ayudas todavía no han sido recibidas, lo que dificulta e imposibilita a los vecinos llevar a cabo la reconstrucción de sus viviendas y comercios: «La sociedad tiene mucha ansiedad, para una persona que ahora mismo no tiene dinero estas ayudas son oro», afirma José Luis.
«Las ayudas son oxígeno puro y están creando muchísima tranquilidad de que, por lo menos, me van a dar algo. Pero la verdad es que la espera es muy larga, y si dices que vas a dar una ayuda y no llega, crea una ansiedad brutal», destaca José Luis para definir la situación en la que se encuentran los afectados. Unos vecinos que piden rapidez en la llegada de unas subvenciones que necesitan para poder atender sus bienes y recuperar la normalidad de su vida cuanto antes.
«La espera es muy larga. Si dices que vas a dar una ayuda y no llega, crea una ansiedad brutal», denuncia José Luis.
Asimismo, José Luis asegura que el tiempo que se tarde en reconstruir y volver a la normalidad dependerá de cuándo lleguen las ayudas: «El dinero debe llegar pronto. Como no ocurra, va a haber personas que, dentro de un tiempo, aún van a estar a medias. Todo sigue un proceso, si está mojado y no reformo la casa antes, no puedo ni comprar ni instalar los nuevos electrodomésticos».