
El astro argentino se erigió como el ‘MVP’ de la Final, con un gol y dos asistencias. Autor: Kevin Morejón.
Los hombres de Ernesto Valverde demostraron sobre el césped del Wanda Metropolitano que la Copa es su competición. Y el Sevilla fue testigo de ello. Desde 2014, el título no tiene otro nombre que no sean las letras del club catalán. Cuatro años de hegemonía han hecho que el equipo de la Ciudad Condal agrande su palmarés en 30 homónimos; siete más que sus perseguidores, el Athletic Club de Bilbao. Pero en ninguna de las últimas finales se vio tal racimo de goles. Messi, Coutinho, Iniesta y Suárez, por partida doble, decidieron que la Copa, una vez más, se quedaba en el feudo azulgrana.
Las horas previas al encuentro desprendían nerviosismo entre ambos conjuntos. Los andaluces, con la obligación de llevarse el trofeo para casa y decorar, así, una temporada muy por debajo de sus propósitos. Los culés no podían dejar que otro título se les escapara, después del desastre de la Champions frente a la Roma. Dos equipos necesitados de un título frente a frente y Gil Manzano autorizaba que el balón echase a rodar.
Todos los datos de la final
Desde el comienzo, se pudo ver que los catalanes tenían más ganas de conquistar su cuarta Copa del Rey consecutiva. Un Iniesta en estado de gracia creó el peligro en los primeros signos de vida de la final. Aunque fue Messi el primero que probó a David Soria, con un tiro de falta que el meta sevillista logró enviar a córner con una buena estirada. Aunque el primero de la noche llegó desde los pies menos esperados. Jasper Cillesen, haciendo las veces de Messi, mandó un balón en largo, con la precisión de un francotirador, a la carrera de Coutinho. El brasileño encaró al portero andaluz y, con una vaselina, cedió el cuero a Luis Suárez para que la empujara a placer. 0-1 y el título se empezó a colorear de azul y granate.
El Sevilla reaccionó, pero sus ataques se resumieron en la velocidad de Jesús Navas en banda derecha, sin peligro para la portería de Cillesen. Entre esas internadas, Iniesta pudo poner el 0-2, pero la madera repelió el disparo del manchego. Aunque el que la sigue la consigue y, dos minutos más tarde, el segundo entró a la jaula. Pared de Iniesta con Jordi Alba dentro del área que acabó con un taconazo del lateral a Messi, quien no dudó en perforar la meta hispalense por segunda vez.
Y si eso fue mucho castigo, antes de finalizar el primer acto, el tercero subió al electrónico. Un pase de primeras del astro argentino acabó en un mano a mano de Suárez con el portero. Los defensas no pudieron hacer nada ante la corpulencia del uruguayo, que, con un disparo potente y raso, envió el cuero al fondo de las redes, otra vez. Con ese desproporcionado resultado, el colegiado mandó a los equipos a vestuarios.
La segunda parte comenzó con el mismo guion que la primera. Un equipo volcado arriba, buscando, tal vez, redimirse de la humillación en Roma. Y parece ser que al Sevilla le tocó pagar los platos rotos. No habían pasado ni cinco minutos cuando el 0-4 se dibujó en lo alto del cielo de Madrid. Un pase, cómo no, de Messi le llegó a Iniesta dentro del área. Con un toque sutil superó la salida de David Soria y, con otro, el balón entró bajo los tres palos. Andrés se despidió de su última final con el F.C. Barcelona de la mejor forma.
Como colofón, la manita se escribió en el acta del partido. A Lenglet se le ocurrió detener el taconazo de Suárez con la mano. Penalti sin lugar a dudas. Coutinho fue el encargado de transformarlo en el 0-5 final. El F.C. Barcelona sigue siendo el Rey de Copas.