Los disturbios de las últimas dos semanas y media en Cataluña han sido de una gran violencia. Así lo demuestran las cifras: más de 600 heridos, entre ellos 289 miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado; 156 detenidos, 31 de ellos están en prisión provisional, y 7,3 millones de euros en destrozos de mobiliario urbano (más de 1.000 contenedores de basura quemados, papeleras arrancadas, cabinas telefónicas y marquesinas destrozadas, maceteros rotos y un largo etcétera de bienes públicos que han corrido la misma suerte).
“Iban a matarnos”, decían los policías que sufrieron el ataque de grupos de radicales. El consejero de Interior de la Generalidad, Miquel Buch, manifestó que las acciones de esta minoría independentista son de un tipo de “una violencia organizada”, ya que la planificación con la que actuaban responde a tácticas de guerrilla del manual Black Bloc, según ha informado la Cadena Ser.
Ha habido más de 600 heridos, entre ellos 289 miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado; 156 detenidos, 31 de ellos están en prisión provisional, y 7,3 millones de euros en destrozos de mobiliario urbano.
Estos disturbios son distintos a otros que se han vivido en Cataluña en los últimos años. Ni las manifestaciones contra la detención de los líderes independentistas en 2017, ni los disturbios en Barcelona contra la desocupación del “Banco expropiado” o la huelga general en contra del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se recuerdan tan violentas como las que se viven actualmente. El número de agentes heridos no había sido tan alto en mucho tiempo, las detenciones no habían sido tan numerosas en ninguna de las ocasiones anteriores y tampoco se había destruido mobiliario urbano por tanto valor.

A pesar de algunas similitudes, no se recuerdan disturbios tan violentos en Cataluña como los vividos en las pasadas semanas. FUENTE: Dani del Sol
Estos actos han tenido como protagonistas a jóvenes violentos afines al independentismo. Según las cifras dadas por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), 15 de los 156 detenidos, casi un 10% , son menores de edad. La juventud es, en muchos casos, sinónimo de desencanto. Goethe destacaba que la virtud del joven es el idealismo, el vivir en busca de una realidad distinta a la actual. El joven no está de acuerdo con la sociedad que le viene dada, desea cambios y cuanto antes lleguen, mejor. Buscan emociones fuertes, un sentimiento de pertenencia a una causa o, sencillamente, solo desean reclamar una atención que no les ha sido dada anteriormente en un mundo muy grande.
Opinión de los jóvenes sobre la violencia
Al preguntar a varios jóvenes que han salido a las calles a manifestarse, en unos casos, o a participar en las revueltas, en otros, todos coinciden en que es necesario un cambio. Nuria (quien, como el resto de las fuentes, ha preferido mantener el anonimato y por tanto el nombre mencionado en este caso y en los siguientes es falso) remarca que “es necesario recordar que el poder de cambiar las cosas es del pueblo y que este poder solo se puede ejercer desde las calles”. Mario, un joven a favor de la independencia que reside en Barcelona afirma: “Debemos seguir manifestándonos, seguir saliendo a la calle y seguir haciendo todo lo que haga falta para que se visibilice nuestra causa”. Para Anna, “quizás la violencia es la mejor manera de visibilizar el conflicto”.
Sin embargo, Miguel, un joven contrario a la independencia, cree que los disturbios de estas semanas “son fruto de años en los que la juventud solo ha oído hablar de una versión del procés”. En Manresa, Marta cuenta como “la sentencia ha dividido aún más a la sociedad, quienes se niegan a aceptarla han dinamitado la poca convivencia que quedaba en Cataluña”.
“Debemos seguir manifestándonos, seguir saliendo a la calle y seguir haciendo todo lo que haga falta para que se visibilice nuestra causa”, afirma Mario
Bloqueos de carreteras, quema de vías de tren, cadenas humanas en la calle… En todas estas acciones, incluido en el bloqueo de la estación de Sants del lunes por la noche, los jóvenes se encontraban mezclados con adultos. Sin embargo, los episodios vividos en la Universidad de Barcelona a lo largo de la semana pasada, en los que grupos de jóvenes manifestantes (enmascarados en muchos de los casos) impidieron la entrada a los estudiantes que deseaban acudir a clase, supone su primera acción en solitario. Los bloqueos fueron anunciados a través de la cuenta de Twitter de asociaciones estudiantiles independentistas y no se tuvo que lamentar heridos.
En Cataluña, de nuevo los radicales separaristas intentan boicotear a los jóvenes que quieren ir a clase a la Universidad. Estos valientes han conseguido entrar por sus medios ante el abandono que sufren por parte de la universidad, de Torra y de Sánchez. ¡Ánimo, #NoEstáisSolos! pic.twitter.com/z76JhjV3Iu
— Inés Arrimadas (@InesArrimadas) October 24, 2019
El departamento de Prensa de la Universidad de Barcelona emitió horas más tarde un comunicado en el que explicaba que “para evitar problemas de seguridad que puedan poner en peligro la integridad física de las personas y del material, la Universidad de Barcelona ha decidido cerrar la Facultad de Derecho y suspender toda actividad académica durante el día de hoy”. A lo largo del día, una contramanifestación en favor de la libertad de poder acudir a las aulas se produjo frente a estos grupos. Los jóvenes reclamaban su derecho a acudir a clase, ya que, como reivindicaban, esas acciones suponían “un atropello al derecho fundamental a la educación”.
Los sindicatos estudiantiles independentistas han convocado una huelga indefinida desde el día 29. En la convocatoria, los organizadores remarcaban que volverán a la calle, “el campo de batalla de los movimientos populares”. Se espera que miles de jóvenes participen en ella y, como a lo largo de las dos semanas pasadas, reivindiquen una nueva solución al conflicto que han heredado de sus mayores.