La Facultad de Comunicación celebra la Semana de la imagen (SIMUFV), del 4 al 6 de marzo. Los encargados de inaugurarla han sido Diego Botas y Álvaro Abellán, ambos profesores en el Grado de Comunicación Audiovisual, y Daniel Sastre, representante de Canon España. Cada imagen es un mundo es el lema de estos días. Con invitados profesionales del sector, los alumnos podrán descubrir los mundos a los que se puede llegar a través de una mirada humanística de la imagen.
La primera invitada fue Ana Palacios, periodista y fotógrafa documentalista que ha centrado su carrera en los derechos humanos. Su visión se resumía en mostrar las realidades más difíciles de una manera empática, “desde lo positivo”. Ella lo justificaba diciendo que “la pobreza no es sexi”, sin embargo, lo atractivo es ver que puede existir una solución.
Bajo este punto de vista, Palacios ha llevado a cabo varios proyectos, principalmente en países africanos, que han conseguido un lugar importante en el mundo de la fotografía. Gracias a ellos, ha mostrado esos otros mundos que se busca enseñar en esta Semana de la Imagen.
“Un proyecto particularmente complejo porque es una realidad compleja”, afirmó Palacios.
En una de esas expediciones, Palacios contó que se marchó a Tanzania con ocho médicos dermatólogos españoles para retratar el día a día de los niños albinos africanos. El problema principal de estos niños es que sufren una enfermedad de la que se desconoce mucho en la sociedad. Este desconocimiento crea prejuicios ante la piel blanca, ya que se desarrolla un racismo interno y se estigmatiza a las familias que tienen hijos con esta enfermedad. Durante estos cuatro meses, Palacios consiguió captar las sonrisas y los bailes de los niños que residen en los centros de acogida financiados por el Gobierno, pero también plasmó el sufrimiento de la enfermedad que, en casi todos los casos, deriva en un grave cáncer de piel.
Otro proyecto del que habló la fotógrafa fue de la esclavitud infantil en África. “Un proyecto particularmente complejo porque es una realidad compleja”, afirmó Palacios. Ella admitió haber descubierto que el estereotipo de esclavitud que se tiene en la sociedad no es el que ella vio allí. Son las propias familias las que venden a alguno de sus hijos para poder seguir alimentando y manteniendo al resto de la prole. Así, acaban muchas veces en la mendicidad o en el matrimonio forzado, todo ello acompañado de maltrato. Las cifras asustan: 70 millones de niños en el África subsahariana sufren este conflicto que termina por completo con su infancia. “Son niños normales, pero su historia es lo que les hace diferentes”.
“Con que mi obra llegue a una persona, soy feliz», recalca la fotógrafa.
Al terminar, Ana Palacios comparó su trabajo con una anécdota. Una playa se abarrotó de estrellas de mar y un hombre dedicaba todos sus días a ir tirándolas una a una de vuelta al mar, pero la corriente las acaba devolviendo a la orilla. Otro hombre se acercó y le comentó la inutilidad de su esfuerzo. Sin embargo, este respondió que con salvar a una de todas aquellas estrellas de mar, su esfuerzo habría merecido la pena. Eso dijo Palacios: “Con que mi obra llegue a una persona, soy feliz”.