Alumnos de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) disfrutaron de una charla on line del Club Magda Arnold, titulada Qué aporta un psicólogo a un sacerdote, con la experta Teresa Barrera como protagonista.
Teresa Barrera es una psicoterapeuta católica, licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), experta en Terapia Familiar por la UCM, en Psicopatología de la Infancia y de la Adolescencia por la Sociedad Española de Medicina. Además, está especializada en coach personal ejecutivo.
Barrera aseguró: «Todos necesitamos ayuda en algún momento de nuestra vida, y todos deberíamos pasar por un proceso terapéutico”. “Un psicólogo y un sacerdote se aportan mutuamente, son muy complementarios”, así comenzó el coloquio. Un sacerdote que pide ayuda cuando lo necesita, “le hace mejor sacerdote porque podrá vivir mucho mejor su ministerio”. Los sacerdotes también son personas que viven, que sufren, lloran y se ponen nerviosos, como todos. El psicólogo “le aporta la aceptación de su propia vulnerabilidad y el trabajo de la misma”. Si un psicólogo quiere trabajar sus cuestiones espirituales, “acudimos al sacerdote”, confirmó Barrera.
“No nos suplimos, sino que nos complementamos, y nos enriquecemos muchísimo”, puntualizó Barrera.
Además, aseguró que lo humano afecta a lo divino y lo divino a lo humano, “hay que poner nombre a las cosas y a veces podemos confundir una patología con algo espiritual”. En el ejemplo de darse, en vez de estar disponibles las 24 horas del día, “hay que cuidarse a sí mismo, aprender a mirarse, escucharse, a pedir ayuda…».
«Ayudamos al sacerdote a comprender que darse en el sentido espiritual tiene también una dimensión psicológica que hay que tener y que hay que saber”. Un psicólogo puede acompañar al sacerdote a saber su historia y conocerla, sus raíces, para ver cómo se ha ido desarrollando la propia identidad: «Podemos ayudarles a reconocer sus propias heridas y carencias, que todos las tenemos”. Aseguró que además, ayuda a incorporar de forma más presente toda la dimensión emocional en cuanto a la regulación emocional, el conocimiento de las emociones, e integrarlas también en la vida espiritual. «Hay que aprender a aceptar nuestras emociones, sin embargo en la vida espiritual podemos juzgar una acción como buena o mala, pero hay que encontrarle sentido positivo», subrayó.
Otra cuestión importante es distinguir lo moral de lo psicológico, según Teresa Barrera. «También podemos ayudarles a situarse en la dirección espiritual, entender que tiene un contexto para ayudar a las personas, y aprender a vivir la vocación en libertad». El amor y la entrega a Dios tiene que ser vividos en libertad. Aunque tenga que asumir determinadas directrices de un obispo, de un párroco o un superior, al final hay que elegir. Los psicólogos también ayudan a prevenir patologías futuras o estados emocionales patológicos y evitar sufrimientos innecesarios.
«Para los religiosos, no es elegir la libertad según lo que yo veo, sino según la voluntad De Dios», subrayó Barrera.
«No podemos hacer todo ni psicológico, ni espiritual», recalcó la experta.
«La obediencia hay que elegirla, si el sacerdote y cumplir la voluntad de Dios a través de mis superiores soy libre. A lo mejor lo que me pidan no me apetece, o no es adecuado para mí, pero entonces tengo que ir más allá», continuó.
La experta puntualizó que si una persona tiene dudas vocacionales, un psicólogo lo atiende desde el lado psicológico, pero no desde el punto de vista espiritual. «Hay que mostrar el camino de cada uno y vivir de forma plena esa vocación para encontrar el sentido del camino», concluyó Barrera.