La promesa naranja

- Desmarcar - 6 de mayo de 2019
Albert Rivera se reúne junto sus compañeros de partido al frente de la sede de la formación. Foto: Carla Zanni

Al grito de “¡presidente!, ¡presidente!”, recibió la multitud agrupada en la calle de Alcalá, 253, de Madrid, la aparición de Albert Rivera, en torno a las 23:30 h del domingo 28 de abril. La sede de Ciudadanos se tiñó, una vez más, de naranja por la celebración de los 57 escaños conseguidos. La incertidumbre invadió el edificio durante toda la tarde, a expensas de descubrir si lograría o no la victoria en las elecciones generales; si conseguiría dar el sí definitivo a España o, por el contrario, tuviera que optar por aceptar la legislatura del que denominaban gobierno Frankenstein.

Con la mirada puesta en el futuro y con unos objetivos claros, vivió la jornada el partido de Rivera. La sede de la calle de Alcalá abrió sus puertas a los medios, ansiosos por descubrir el resultado final de tan agotadora campaña. Un pequeño atril naranja engalanado con banderas de España y enormes pantallas adornaba la entrada al edificio en vísperas de la posible celebración. En su interior, un atareado grupo de organizadores apuraban los últimos detalles bajo la atenta mirada de sus supervisores.

Una marea de dudas
Alrededor de las 21:00 h, los ojos de todos cuantos estaban en su interior se encontraban posados en las pantallas que recogían ya los primeros datos sobre el escrutinio. Minutos después, José Manuel Villegas, secretario general del partido, compareció. “España ha salido a votar y hemos vivido una participación histórica”, comenzó diciendo Villegas, quien continuó con un análisis de los resultados hasta entonces conocidos. “Se produce un escenario complicado, parece que no habrá una mayoría alternativa al Gobierno de Sánchez”. Con estas palabras, se dispuso a abandonar la sala de prensa atravesando la marea de cámaras y micrófonos que lo envuelven. La llegada a la sede del líder de la formación, junto con su portavoz, Inés Arrimadas, sucedió de forma discreta, poco después de la comparecencia.

Las horas pasaban y el escrutinio de los votos parecía dar una clara victoria al partido de Pedro Sánchez. Sin embargo, los ánimos de los llamados “naranjitos” no decaían. El exterior de la sede comenzó a llenarse de seguidores del partido que entonaban cánticos de apoyo a la formación de Albert Rivera. Las ilusiones de decenas de personas reunidas se confundían con la música. “Estoy cobrando cinco euros la hora”, afirmaba una de las asistentes, “confío en que Rivera pueda cambiar eso”, añadía. Rostros conocidos como Edmundo Bal o Ángel Garrido se localizaban entre la multitud agrupada, en vela por la ansiada declaración del líder de la formación.

El esperado sí a España 
“Hoy, la democracia española ha salido a votar en masa”, comenzó diciendo Albert Rivera tras abrirse camino entre sus seguidores. Su discurso prosiguió entre vítores y silbidos, fruto de un público enardecido por el resultado inesperado de su partido.

Begoña Villacís e Inés Arrimadas asentían orgullosas ante las declaraciones de Rivera. Lo mismo hacían el resto de miembros de la formación que subieron al estrado para acompañar en esta nueva ocasión al candidato de Ciudadanos.

“Hoy, Ciudadanos se erige como la esperanza y la ilusión de España”, fueron las palabras de Albert Rivera, quien bajo el calor del apoyo de sus votantes prometió que logrará gobernar España. Mientras, bajo la luna, en una de las calles más transitadas de la capital madrileña, los gritos de «¡presidente!, ¡presidente!» continuaron fundiéndose hasta alcanzar la medianoche.