El Producto Interior Bruto (PIB) muestra la tendencia al alza de la economía española durante el año 2016. Las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) sitúan ese crecimiento en el 3,2%, el mismo que en 2015. Concretamente, el cuarto trimestre del 2016 tuvo la misma tendencia ascendente, de un 0,7%, que en el mismo periodo del año anterior.
Esta estimación ha coincidido con las previsiones del Banco de España y del Gobierno actual de Mariano Rajoy. Además, el PIB y la evolución de los precios, descontando la inflación, han recuperado los niveles previos a la crisis económica en torno a un 80 o 90%.
Sin embargo, la tendencia de crecimiento está ralentizándose debido a que las circunstancias que favorecían este auge pueden cambiar.
La subida en el PIB se debe a un menor precio del petróleo y del crudo (que vuelve a encarecerse); la devaluación del euro con respecto al dólar; las compras de deuda pública del Banco Central Europeo, que han supuesto una bajada en los tipos de interés bancarios para conceder préstamos pero que, sin embargo, estos volverán a aumentar debido a las devoluciones de las cláusulas suelo; una mayor flexibilidad a la hora de cumplir con el déficit desde Bruselas; el aumento de las exportaciones, así como las positivas cifras del turismo; y una rebaja en los impuestos para incentivar el consumo.
El aumento en el consumo provoca, a su vez, un incremento de la creación de empleo. Esto ha causado que la tasa de paro haya disminuido del 20% y se sitúe en el 18,6%, aunque todavía hay más de 4,2 millones de desempleados.
Sin embargo, en el ámbito laboral ya se aprecian las cifras de desaceleración en el ritmo de creación de empleo; se crearon 413.900 puestos de trabajo, pero la ocupación no aumentó tanto como en 2015, año en el que se lograron los 525.100 ocupados.