El Papa Francisco aterrizó el pasado lunes 15 de enero en el aeropuerto Internacional de Santiago en Chile. Sin embargo, fue noticia mucho antes de desembarcar. El pontífice argentino compartió con los periodistas a bordo del avión papal su inquietud por las tensiones internacionales y aseguró tener «verdadero miedo» a una guerra nuclear.
Francisco denunció el peligro de la posesión de armas, refiriéndose a la responsabilidad armamentística de los líderes políticos con arsenal nuclear y a la creciente tensión política entre Washington y Pyongyang. «Las armas de destrucción masiva no generan más que un engañoso sentido de seguridad y no pueden constituir la base de la pacífica convivencia entre los miembros de la familia humana, que, en cambio, debería inspirarse en una ética de solidaridad», argumentó el pontífice.
Por orden del Papa, cada profesional de la comunicación recibió una imagen del fotógrafo Joseph Roger O’Donell al subir al avión. La fotografía retrataba a un niño que espera su turno en el crematorio, con su hermano muerto a la espalda, después del bombardeo de Nagasaki. En el reverso de la ilustración, estaba escrita la frase «el fruto de la guerra», sobre la firma del pontífice.
«Necesitamos destruir las armas y esforzarnos por el desarme nuclear», denunció el pontífice.
Con esta imagen, Francisco pretendía concienciar a todos los presentes del peligro de las armas nucleares. «Estamos al límite. Un incidente bastará para desencadenar una guerra», declaró el Papa, que ya se había manifestado en el pasado contra la fuerza militar nuclear. «Necesitamos destruir las armas y esforzarnos por el desarme nuclear», terminó de denunciar.
No todo fueron solo amenazas, el pontífice también hablo de esperanza. Enunció el desarme como una realidad posible, para ello acudió a la ya histórica votación de la ONU en julio de 2017 y al tratado redactado para respaldarla, cuando se propuso la desmantelación de arsenales nucleares a la organización internacional, para ser rechazada con 122 votos a favor, una abstención y un único voto en contra.
No es la primera vez que el Papa Francisco actúa de mediador en el conflicto armamentístico nuclear. En marzo del año pasado, escribió a la ONU durante los trabajos de la conferencia para negociar la prohibición de las armas nucleares y más tarde por el desarme de EE.UU. y Corea del Norte. El pontífice ha asegurado también que el empleo de las armas nucleares solo se sostiene por la lógica del miedo, de ahí que suponga una amenaza tan peligrosa.