Es de noche y la luz desaparece. Para Homo, el primate de la selva, también se han apagado las luces por dentro. Hace tiempo que ve amor a su alrededor, pero ni lo entiende ni busca entenderlo. Sus manos ya no encajan entre ellas y, al abrazarse, se siente torpe. No logra estar cómodo en esa postura. Sus ojos reflejan tristeza y miran con recelo a los que le rodean, a los que sí saben amar. Aunque Homo no exista realmente y solo sea el primate de la imagen, sí es el reflejo de lo que para el poeta Carlos Miguel Cortés es la forma de amar que tiene la sociedad. Sociedad donde todas las personas deberían “desaprender lo que han aprendido”.
Mientras el diccionario de la RAE define el amor en 14 acepciones y junto con 21 usos diferentes, la cultura no se cansa de mostrar cualquier tipo de amor, como el amor imposible entre Romeo y Julieta, el amor invencible de Todos los días de mi vida o las grandes canciones de amor que protagonizan grandes historias. La ciencia hace responsable de este sentimiento a hormonas como la oxitocina, la vasopreina o la dopamina, mientras en Estadística, el INE reduce a cifras las personas que se separan de un año a otro.
Economía y amor, la eficiencia de las parejas
El economista autor del libro Economía para no dejarse engañar por los economistas, Juan Torres López, cree que si hay un concepto económico que se puede relacionar con el amor es el intercambio. En las relaciones, cada parte es “un oferente de servicios” como el cariño, el cuidado… y, a la vez, un “demandante de lo mismo”. Juan Torres ve “tan difícil” que ambas partes tengan “un grado de satisfacción idéntico o semejante”. Por ello, el intercambio amoroso acaba “roto tan a menudo”. Juan Torres también relaciona el amor con la “inversión de recursos”. Una inversión que presenta costes, normalmente elevados y “mayores para las mujeres que para los hombres por razones biológicas, históricas y culturales”. Es por esto que para él se pueden distinguir en la vida real varios modelos de parejas, al igual que en la economía, como “el rentista”, que obtiene beneficios sin apenas esforzarse; “el gorrón o free-rider”, que se aprovecha del esfuerzo de los demás…
“Es muy ingenuo creer que (el amor) es ajeno al interés”, afirma Juan Torres López
Según el INE, en 2016, el 67,6% de la población española estaba soltera y, ese mismo año, se registraron 101.294 separaciones. En términos económicos, para Juan Torres, una relación deja de ser eficiente cuando la pareja “deja de optimizar los recursos” que una parte o las dos le dedican. Pero, al final, en el amor “prima lo impulsivo e irracional” y por esto es “imposible o solo una casualidad” alcanzar la eficiencia. Pero aunque en el amor prime la parte irracional, “es muy ingenuo creer que es ajeno al interés”. La Encuesta de Uso del Tiempo de la Oficina de Estadísticas Laborales constató que los singles invertían una media de 12 minutos diarios en mantener el contacto con otros, mientras que los casados dedicaban siete minutos al día. Para el economista, el amor no da libertad a las personas. Otra cosa es que esa pérdida de libertad sea lo deseado y que las satisfacciones que proporciona estar enamorado y ser correspondido compensen esa pérdida.
Poesía y amor, la libertad de los besos
Para el poeta Carlos Miguel Cortés, el amor es el sentimiento más difícil de explicar, aunque se atreve a definirlo como “una cosa que se da” y que va llegando poco a poco a la vida de las personas, sabiendo que este no llega solo porque alguien sea amado por otra persona. Carlos Miguel cree que gran parte de la crisis que sufre el amor hoy día es culpa, en gran medida, de factores externos como la familia, los amigos, películas… y que si no hay predisposición, las personas aprenden mal a amar.
Para el poeta, hay personas que dicen no creer en el amor por el hecho de que no le ha llegado todavía, pero, sin embargo, “nadie deja de creer en el odio”. También piensa que la fase previa al amor es siempre el enamoramiento y que el sentimiento entre padres e hijos debería tener un nombre propio, ya que no pasa por las mismas fases que el amor real, el que para Carlos Miguel, solo es propio de una pareja.
Carlos Miguel cree que este sentimiento puede darse entre más de dos personas, aunque confiesa no haberlo experimentado, sí ve el problema en esta opción cuando “se hace sufrir a otra persona”. El poeta es reacio a pensar en la existencia del destino, para él “las casualidades son la suma de muchas causalidades” y no existe otra opción que el amor que se reproduce en libertad, por dos motivos: porque solo se retiene a alguien que quiere irse y porque “la decisión de amar se toma en libertad”.
“Yo no era yo antes de ti, era otro, una versión peor. Y esa es mi moraleja de cualquier relación. Sal de ella mejor de lo que entraste. Más jodido (sic), más escéptico, más roto, pero mejor persona”. Este es uno de los poemas que conforma el repertorio de Carlos Miguel Cortés y que resume su filosofía sobre el amor. “Un amor sano siempre te cambia a mejor y, a peor cuando es tóxico”. El poeta cree que es importante dejar a un lado costumbres como decir “te quiero mucho” y cambiar este por “te quiero sano” o “te quiero libre”. A las parejas le afectan cosas como la rutina, el pensar en las cosas que dejan de hacer por estar con una persona… Cosas que acaban haciendo poso en las relaciones, por eso Carlos Miguel ve necesario “quererse muy sano” para poder superar las crisis amorosas.
Amar como necesidad del ser humano
El profesor de Antropología de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) Miguel Ortega define al amor como “algo que tiene un dinamismo propio”. Este dinamismo consiste en alguien que se da y alguien que acoge a quien da. Sin esto no hay amor. Por ello, para el profesor es un sentimiento exclusivo del ser humano y conforma gran parte de su felicidad.
Según Ortega, los animales no pueden propiamente amar, pero sí mostrar su afecto como respuesta a cuidados o cariños, porque amar supone un “acto de confianza en el otro” y, por ello, implica inteligencia y voluntad. Además, diferencia el amor de pareja y de familia, ya que este no implica compartirse en totalidad con otra persona.
Para Miguel Ortega, el acto de amar es complicado, ya que significa hacerse vulnerable al otro, acto que casi siempre da respeto o miedo. Por ello, es importante, como dice el antropólogo, “quererse a uno mismo sano”. Si esto no sucediera y una persona que no se quiere comenzara una relación, se convertiría en un “mendigo del amor” que solo se busca a sí mismo, y eso es lo contrario del amor, que para Ortega significa poner en el centro al otro.
¿Cuándo se olvida a una persona después del amor?
Para el profesor de Antropología, el amor no quita libertad sino que fusiona ambas libertades. Para Ortega la falta de compromiso es el problema principal para que las relaciones acaben, para él el amor verdadero crece en la “superación de dificultades y los obstáculos”. Para Miguel este sentimiento se convierte en odio cuando una de las dos personas o las dos a la vez se sienten usadas por la otra o cuando usan a la otra persona. En este momento, la experiencia de amor se ha visto truncada y es posible pasar al odio. Sin embargo, para el antropólogo, lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia.
Una vez acabada la relación, ¿cómo saber cuándo se ha olvidado a la otra persona? Para Ortega, el ejercicio de olvidar combina la memoria con la intención. “Poder borrar la memoria a veces resulta imposible, pero sí se puede olvidar con la intención”. Es decir, para el profesor se olvida de verdad cuando se sanan las heridas y ya no se mira con “recelo, miedo o envidia”. Cuando el pasado se convierte en aprendizaje.
El amor, un sentimiento ilegible que se deja ver de diferente manera en cada persona y que, por ello, cuenta con un gran número de interpretaciones, como la de un economista, un poeta o un antropólogo. Una experiencia que la RAE define en 14 acepciones y 21 usos diferentes, pero que, aun así, estos se quedan cortos ante el desafío de describir el significado del amor.