15 años después, Madrid sigue recordando el 11-M

- Desmarcar - 11 de marzo de 2019
Monumento en memoria del 11-M en la Estación de Atocha. Imagen: Felipe Gabaldón en Flickr.
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Por Sergio AguileraMartina Arizu y Pablo Taboada.

Quince años han pasado del día más fatídico de la historia española. Cada persona recuerda qué hacía ese 11 de marzo cuando sucedió el atentado. Miles de vidas cambiaron o se truncaron ese día. La solidaridad despertó en el país y el horror sacudió a la sociedad tres días antes de unas elecciones generales.

Ese día amaneció con tres bombas que estallaban, 21 minutos antes de las ocho de la mañana, en un tren que llegaba a Atocha. Otras lo harían instantes más tarde en diferentes convoyes aquel 11 de marzo de 2004. Un total de 11 bombas detonaron en tan solo cuatro minutos. En total, 191 personas fueron asesinadas y más de 1.800 resultaron heridas en el atentado más grande de la historia de Europa, cuya autoría le fue atribuida a una célula islamista vinculada al grupo Al Qaeda. Los años han pasado, pero ese día sigue grabado en las mentes y los corazones de todos los españoles, incluso de aquellas generaciones más jóvenes, que apenas tenían uso de razón cuando esto ocurrió.

Siempre en la memoria
Son muchas las actividades de este 11 de marzo en homenaje a las víctimas y sus familiares. Los actos comenzaron a las nueve de la mañana en la Puerta del Sol. A este evento asistieron el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el presidente del Partido Popular, Pablo Casado; el presidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido; y la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, acompañados de representantes de varias instituciones.

A las 10:30 h de la mañana en la estación de Atocha, Carmena y Garrido, acompañados por representantes de la Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo y otras instituciones, rindieron tributo a las víctimas. Durante la tarde, también fueron convocados varios actos en memoria de los fallecidos.

El recuerdo de los jóvenes
«No recuerdo muy bien lo que sucedió, era muy pequeño». «Tenía siete años, era un enano, no me acuerdo de nada». «Nos sacaron al patio del colegio y nuestros padres vinieron antes a recogernos, no entendía nada». Estos son algunos de los testimonios de jóvenes estudiantes de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) al ser preguntados por cómo vivieron el 11-M. Ellos tienen entre 18 y 23 años, la mayoría apenas se acuerda de cómo vivió ese día.

El 11-M se produjo a tan solo tres días de las elecciones generales en España. El Partido Popular, con Mariano Rajoy a la cabeza, se postulaba como favorito para llevarse los comicios. Pero tras los atentados, las encuestas colocaron a José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) como principal candidato a ganarlas. «Yo no me acuerdo de mucho, solo sé que tuvo mucho impacto a nivel político y social», afirma Luis Marqués, alumno de 4º de Videojuegos.

Los atentados sucedieron en hora punta. Muchas personas se disponían a ir a su trabajo, como un día cualquiera, y, aunque Madrid es una ciudad grande (más de tres millones de habitantes en 2004), son muchas las personas que conocen a víctimas, heridos u otros protagonistas relacionados con estos acontecimientos. Paula Vara, alumna de 5º de Medicina, lo recuerda con angustia. Su tío cogía ese tren a diario, y, tras conocer la noticia, no conseguían contactar con él. No obstante, la joven cuenta que «por suerte, no le pasó nada», pero que pudo suponer un cambio en su familia.

La información tardaba en llegar y algunos optaron por irse a casa antes de lo habitual. Otros lo recuerdan como un día extraño. «Estaba en clase y mi madre vino a recogerme antes de la hora porque nadie sabía qué pasaba», recuerda Ricardo Mérida, estudiante de 1º de Periodismo.

Otro factor que ayuda a que estos sucesos perduren en el tiempo son las canciones. «He rememorado muchas veces lo que pasó por canciones dedicadas a este día, como una de La Oreja de Van Gogh», asegura Isabel Merchante, estudiante de 2º de Bellas Artes y Diseño.

Los españoles, unidos
Cuando la gente que presenció y vivió en sus carnes el 11-M habla de los sucesos, destacan tres cosas. Las escenas de tragedia mezcladas con el espantoso olor que se respiraba en las estaciones, el silencio posterior a las bombas y la ayuda de los españoles. Más de 7.000 trabajadores del servicio público y miles de ciudadanos anónimos ofrecieron su ayuda por una causa superior a ellos.

«Lo único positivo de aquel día fue la respuesta de Madrid», aseguró Miriam González, una de las 948 psicólogas que ofrecieron su ayuda a las víctimas del 11-M, en una entrevista a la cadena COPE en 2013. “Todo el mundo iba triste, ese día todos éramos amigos, hermanos, primos, familia… nos mirábamos por la calle y nos entendíamos con la mirada. Todos íbamos con una tristeza y un silencio profundo”, concluyó.

Ese silencio profundo que se vivió el 11-M solo fue interrumpido por las sirenas de la policía, ambulancias y bomberos, los pitidos de los taxistas que acercaron a las víctimas a los hospitales más cercanos, y las prisas de los madrileños por aportar un pequeño grano de arena con la donación de su sangre. En menos de cuatro horas, más de 2.000 personas acudieron a centros ambulatorios instalados en Madrid, una cifra que asciende, aún más, si se le suma el número de personas que acudieron a hospitales y que donaron desde otras comunidades autónomas.

El Departamento de Sanidad de la Generalidad envió 500 bolsas de medio litro de sangre de forma inmediata. En Cataluña, más de 3.000 personas donaron sangre y batieron todos los récords. El resto de comunidades realizó gestos similares y ofreció colaboración a través de todos los medios posibles.

Fue un día complicado. Un día de decisiones. Un día sin marcha atrás. «Nosotros estamos acostumbrados a ir rescatando a los afectados, pero aquí teníamos que decidir a cuál rescatabas, a quién dabas prioridad, según su posibilidad de supervivencia», relató el jefe de bomberos, Eugenio Mores, al diario El Mundo, para un reportaje sobre el 11-M en 2014. «Había gente que no rescatabas en esa primera fase y a tu vuelta habían fallecido», prosiguió el bombero, que añadió: «Lo peor era que ni siquiera en ese momento podías parar».

El 11 de marzo de 2004 se convirtieron en héroes miles de ciudadanos españoles que desearían no haber tenido que serlo.