“Dejemos a los niños que se vayan encontrando”, afirmó el profesor del Departamento de Humanidades Biomédicas en la Universidad de Navarra José López Guzmán. Este aseguró que “el debate de la transexualidad está en el debate público desde hace tiempo”, además de observar que los tratamientos “han estado atravesados por complicaciones bioéticas desde sus comienzos”. El acto se celebró en el salón de grados de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV),24 de noviembre, a las 14:30 h.
López Guzmán, elegido como mejor profesor por los alumnos de la universidad de Navarra impartió una charla en la que profundizó en los tratamientos que se llevan a cabo cuando un menor afirma ser transexual. “Existen dos opciones cuando un menor duda de su identidad de género, la espera vigilante o la intervención farmacológica”, explicó el ponente.
“El caso es que no existe un método diagnóstico que permita asegurar de forma cierta que esa persona es transexual. Esto es lo que más dificulta en el caso de los prepuberes”, ha expresado el profesor universitario.
En la espera vigilante, los profesionales y el entorno, «sin coaccionar al menor ni positiva ni negativamente hacia una decisión u otra», se deja que se desarrolle. “Todos sabemos que en ese momento de nuestras vidas nos encontramos en un momento de búsqueda”, declaró López Guzmán. En el caso de la intervención farmacológica, se suprimen las hormonas sexuales del menor.
“¿Cuál es mejor y cuál peor? Actualmente hay una tendencia a optar por la segunda”, constató López Guzmán. Los defensores de esta tendencia alegan que así será “más fácil para el niño o niña hacer la progresión cuando quiera cambiar de sexo”. “Aquí está el dilema ¿No son los bloqueadores de hormonas una intervención directa?”, añadió el experto.
Otra de las problemáticas vigentes es el llamado diagnóstico seguro, que según López Guzmán se basa en constatar que se está «ante una persona que realmente no se siente identificado con su género”. “El caso es que no existe un método diagnóstico que permita asegurar de forma cierta que esa persona es transexual. Esto es lo que más dificulta en el caso de los prepúberes”, añadió el profesor universitario.
Hay dos tipos de diagnósticos. El propio, que atañe al individuo que duda de su identidad sexual, y el diferencial, en el que se descartan cuestiones que puedan confundirse con la transexualidad. “Esta última forma se está rechazando porque dicen que se estigmatiza la transexualidad”, observó López Guzmán, quien declaró que para él esta decisión es “un error, nunca viene mal una segunda opinión”.
El experto remarcó que lo que se busca es “siempre lo mejor para el menor, ese es el interés final”. José López recalcó la importancia del diagnóstico, con un dato del Dr. Kenneth J.Zucker, psicólogo jefe en el Centro de Adicciones y Salud Mental de Toronto y jefe de su Servicio de Identidad de Género, hasta su cierre, en diciembre de 2015. Zucker afirma que del total de niños que realizan un cambio de sexo, un 90% se arrepienten.
“En el juicio se encontró que la propia clínica no había informado bien a Keira Bell, la información había sido sesgada”, observó López Guzmán.
La información como base
El ponente presentó el caso de Keira Bell: “Keira fue empujada a cambiar de sexo, pero no lo podemos tomar como referencia, no es más que un caso”. Bell denunció al hospital público que inició la transición para convertirla en hombre, con 16 años. “En el juicio se encontró que la propia clínica no había informado bien, la información había sido sesgada”, observó López Guzmán, quien también destacó el otro precedente de ese juicio, en el que se puso en duda si los menores son “suficientemente conscientes de la situación o conocen las consecuencias”.
“La evidencia científica pone en duda la capacidad natural del adolescente de percibir riesgos como tales o en ser conscientes de las consecuencias a largo plazo”, destacó José López Guzmán. “Son tratamientos que no están admitidos y por lo tanto no hay un seguimiento. En Suecia, Karolinska, el hospital de referencia, ya no deja que los menores reciban estos tratamientos bloqueadores porque falta claridad”, resaltó López Guzmán, quien apeló a “el derecho y la necesidad” de que los transexuales reciban un tratamiento que ellos mismos conozcan, “lo merecen”.
“Creo que es un requisito de los gobiernos y las clínicas que se empiecen a hacer los estudios para que las personas transexuales puedan tener la información de los tratamientos”, consideró López Guzmán. “Hace falta investigación, farmacológica desde luego, pero a muchos más niveles. La mayoría de la bibliografía que utilizo está sesgada. Son trabajos a los que le falta mucha consistencia”, añadió.
“Los transexuales suelen sufrir mucho rechazo”, aseguró López Guzmán, quien aportó un dato: “Entre la comunidad transexual existe un 40% de casos de suicidios respecto al 2% de casos entre toda la población”. Algunas voces justifican estas cifras porque, según ellas, “no se fomenta o apoya la transición”. Sin embargo, como argumentó ponente, “los suicidios se acometen antes de la transición, no después de la misma”.