El proyecto chino consiste en colocar máquinas, llamadas cámaras, a lo largo de toda la meseta del Tíbet, cuya función es producir agua. Estos artefactos podrían llegar a crear hasta 10.000 millones de metros cúbicos al año, que corresponden a un 7% del gasto total del agua en China. El plan está siendo realizado por la Corporación Científica de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China. El propósito de este sistema es aumentar las precipitaciones en la mayor parte de la nación.
Gracias a la tecnología militar de China, estas redes fabrican moléculas de yoduro, que el viento desplaza hasta golpearse contra las nubes. Estas sirven como abono para las nubes. El aire frío choca contra las partículas que se encuentran por la atmósfera. Esto produciría la lluvia, o incluso nieve.
El coste de la maquinaria es barato, y seguirá disminuyendo debido a la demanda que habrá. El precio de una cámara individual es de 6.500 euros. En cambio, un avión de siembra de nubes requiere más inversión y cubre un menor territorio.
Sin embargo, no todo son ventajas. Estas máquinas dependen del viento para crear las precipitaciones. Si el viento cesa, o se mueve en dirección contraria, las lluvias no se llevarían a cabo.
Estados Unidos ya sugirió este plan hace tiempo y lo puso a prueba en lugares más pequeños. A pesar de esto, China ha sido el primer país en realizar este proyecto a mayor escala.
Pese a todos los beneficios que esta red de cámaras incluye, Ma Weiqiang, un investigador del Instituto de Investigación de la Meseta Tibetana de la Academia China de Ciencias, declaró que Pekín no estará de acuerdo con este proyecto, ya que puede no ser útil en algunas zonas de la región, y devastador en otras zonas.