La IA: A nuestra imagen, pero sin alma

- PENSAMIENTO - 24 de febrero de 2025

El hombre jamás será abolido por el hombre. Los robots, a imagen del hombre que fabrica con inteligencia artificial (IA), plantean, es verdad, una reflexión profunda sobre la naturaleza de la inteligencia, la creatividad y la identidad. Y está claro que crearemos robots e inteligencias artificiales a nuestra imagen, pero en un sentido funcional. Les dotaremos de razonamiento, aprendizaje y capacidad de realizar tareas muy complejas, pero nada comparable, ni siquiera analógicamente, con lo que dice la Biblia acerca de la creación del hombre como imagen y semejanza de Dios o con lo que los hombres queremos hacer a nuestra imagen y semejanza creando seres robóticos con inteligencia artificial.

¿Por qué? Pues porque no es una cuestión funcional; no se trata de una copia física, sino de una dotación de capacidades como la racionalidad, la creatividad, la moralidad, la capacidad de amar y la autoconciencia, que son irreplicables e individuales, absolutamente intransferibles y que hacen de nosotros seres únicos e irrepetibles, no clones. Esa es la diferencia radical entre la creación divina y la humana.

Lo humano es único e irrepetible, aunque se trate de gemelos univitelinos. El libre albedrío, la conciencia y el alma son lo que nos hace únicos. Los robots, al fin y al cabo, son creaciones humanas que imitan aspectos del pensamiento, pero carecen de autoconciencia, de responsabilidad moral propia o de la verdadera libertad de elección.

La inteligencia artificial, por tanto, creo que es una imitación perfecta de procesos cognitivos humanos, pero no posee la experiencia subjetiva ni el sentido de la identidad. Es decir, el hombre puede reflejar atributos divinos, pero no es Dios en esencia. Pues lo mismo pasará con aquellos productos humanos creados, o mejor dicho, fabricados, con inteligencia artificial.

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