Llega noviembre y, con él, el Día de Todos los Santos, una fecha que tiene una gran relevancia para la Iglesia. El 1 de noviembre, el catolicismo conmemora la alegría por la llegada de tantas personas al fin para el que están destinados: la entrada al Reino de los Cielos y la consecuente salvación.
El Día de Todos los Santos fue instaurado, a comienzos del siglo IV, tras la persecución de Diocleciano contra los cristianos, una de las más sangrientas de toda la historia del Imperio Romano, y que dejó multitud de mártires. Al no poder rendir un homenaje a tantos asesinados por la fe, la Iglesia decidió honrarlos a todos en una misma jornada.
Durante los primeros siglos varió la fecha, pero en el siglo VIII fue Gregorio III quien la fijó en el primer día de noviembre, y Gregorio IV fue el encargado de extenderla a toda la comunidad cristiana. No está claro el porqué se escogió el 1 de noviembre para celebrar esta festividad. Una de las principales teorías existentes es que esta fecha coincidía con otra festividad de los pueblos germanos, y, en aquella época, las celebraciones paganas eran sustituidas por las cristianas.
El significado de este día para la Iglesia
«Es un gran día de celebración saber que tenemos tantas personas que nos han precedido, que han sabido llevar una vida conforme al Evangelio y que han confiado en Dios, que, por Su misericordia, les ha regalado el Cielo», explica a Mirada 21 Arsenio Fernández de Mesa, uno de los sacerdotes de la Parroquia de San Lesmes Abad, en Alcobendas (Madrid).
Además, entre los principales objetivos de este día se encuentra homenajear a todos los santos de la cristiandad, incluidos los menos conocidos: «Este día va dedicado a todos los santos, pero especialmente a aquellos anónimos que también tienen un testimonio de vida hermoso y que están en el Cielo», aclara Fernández de Mesa.
El Día de Todos los Santos conmemora también santos como familiares y amigos fallecidos que han sido especialmente importantes en la vida de alguien, y de los que hay total certeza de que, durante su vida, han hecho el bien, se han sacrificado y han dado lo mejor de ellos mismos para alcanzar la Salvación. Todas estas personas, que la Iglesia propone como modelos, son designados por el papa Francisco como «los santos de la puerta de al lado», y, gracias a ellos, son inspiración para ser fieles a Dios y al Evangelio. «La santidad es la vocación del cristiano, los cristianos hemos sido llamados para ser santos», asegura el padre Arsenio.
«La santidad es la vocación del cristiano, hemos sido llamados para ser santos», asegura el padre Arsenio.
La concepción de Halloween
Es conocida la celebración de Halloween el 31 de octubre, una fiesta importada del mundo anglosajón relacionada con los espíritus y los fantasmas. El principal motivo de esta festividad es la burla a la muerte, un tema que a muchas personas le asusta afrontar, tal y como declara Arsenio Fernández de Mesa: «Cuando hay una cosa seria que no se quiere tratar con seriedad, la forma de tratarla es burlándonos o haciendo comedia».
«La muerte es un tema serio, que nos da miedo y respeto afrontar y enfrentarnos a ella», explica el sacerdote. Según la Iglesia, lo que perjudica a Halloween es la visión de la muerte como algo feo o algo burlón, cuando la muerte es algo que abre las puertas a Dios y al Cielo, en definitiva, a la Salvación y a encontrarse con todos los santos que en este día se recuerdan.